miércoles, 21 de octubre de 2009

12/10 Conmemoración de un exterminio

*Las mayores atrocidades contra los indio se cometieron en el nombre de la Iglesia Católica

“Venid, venid extranjeros, a ver cómo cae el último hombre libre de estos montes” Esas son las palabras que le son atribuidas al cacique Guaicaipuro, héroe de la Resistencia Indígena venezolana, quien prefirió la muerte a doblegar su independencia y su libertad ante los invasores españoles.
Tras 517 años, es claro que aquel 12 de octubre de 1492 se inició un genocidio por parte de los españoles, quienes despojaron a los indígenas de sus tierras, los esclavizaron y destruyeron su cultura, al punto que los supervivientes apenas alcanzan hoy los 300 mil individuos en Venezuela, divididos en 28 etnias.
“El investigador estadounidense H. F. Dobyns ha calculado que un 95% de la población total de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de Colón. Por su parte, Cook y Borak, de la Universidad de Berkeley, establecieron que la población en México disminuyó de 25,2 millones en 1518 a 700 mil personas en 1623, menos del 3% de la población original”.
El exterminio de la población indígena no se dio sólo por las armas. Millones de nativos murieron víctimas de tifus, sarampión, rubéola, viruela y fiebre amarilla que trajeron los europeos.

Llegaron a Los Teques buscando oro

En los Altos Mirandinos, la conquista fue iniciada en 1559 por Francisco Fajardo, hijo de español y una india, quien consiguió yacimientos de oro en la zona dominada por los indios Teques, los más aguerridos del país, comandados por el temible Guaicaipuro.
Parte de este yacimiento, de acuerdo al historiador Francisco Vargas, comprende la zona entre el sector San Corniel de La Matica y Carrizal.
Guaicaipuro, que no tenía casta real, fue electo cacique a los 20 años por sus compañeros del ejército. Paulatinamente, Guaicaipuro fue incorporando a su dominio a los Araguas, Maracayes y Cumanagotos hasta crear un vasto imperio. Urdió gran cantidad de ataques contra los asentamientos españoles en el Tuy y en la recién fundada Santiago León de Caracas, hasta que llegó el año 1568.
Ese año Guaicaipuro logró concentrar un ejército de más de 30 mil indígenas para atacar a Diego de Losada, que se encontraba en Caracas, pero un error táctico hizo que los indígenas se desbandaran y la conjura terminara en una aparatosa derrota para los nativos.

La muerte de Guaicaipuro

Después de eso, Losada juzgó por las leyes españolas a Guaicaipuro, quien fue a refugiarse a su bohío ubicado en lo que hoy es San José de los Altos. Lo acusó de violación y asesinato y ordenó su captura.
La comisión encargada de detenerlo, al no poder entrar al bohío, le prendieron fuego. Guaicaipuro salió entonces lanzando golpes, pero fue alcanzado por múltiples balas de fusil, muriendo en el lugar. Su cabeza fue clavada en una pica y colocada en un camino de acceso a Caracas como recordatorio de lo que le pasaría a los indígenas que pelearan por su libertad.
Sin embargo, continuaron los alzamientos, lo que degeneró en mayores crueldades. Al cacique Sorocaima, quien siguió a Guaicaipuro en el mando de los indios Teques, lo torturaron cortándole lentamente la mano; otros 23 caciques de la región central son condenados a muerte y la sentencia fue ejecutada por otros indios que ya estaban en servidumbre.
La muerte se dio por el horrible método del empalamiento, que consistía en introducir gruesas estacas de madera por el recto, cuyas puntas afiladas atravesaban los intestinos y las entrañas hasta salir por el cerebro.

Erradicación de la cultura

Acompañada de estas acciones, se llevó a cabo la desaparición de la cultura. La mayor parte de los dialectos y las religiones autóctonas fueron erradicados y el castellano y la religión católica fueron impuestos a través de las encomiendas.
Los españoles dudaban que los indígenas fueran seres humanos y por ello les negaron sus derechos a conservar sus tierras. Además, como llegaban de Europa sin cargas familiares, muchos saciaron sus apetitos sexuales cometiendo actos de violencia contra las mujeres indias.
En lo que se refiere a los negros traídos de África, se calcula que al menos 60 millones fueron secuestrados y embarcados a América, pero sólo 10 millones sobrevivieron el viaje.
Aparte de esto, hubo un saqueo de los recursos naturales, al exportarse a España toneladas de oro, plata y piedras preciosas.

El precio del progreso

En contraste, hay quienes defienden la teoría de que era un precio a pagar por el desarrollo que trajeron los europeos, ya que los indígenas vivían en la Edad de Piedra. No conocían la rueda, el metal ni los caballos. Los españoles introdujeron además las armas de fuego, la imprenta, el calendario, la arquitectura, la ingeniería civil, los astilleros, los conocimientos en matemática, medicina y astronomía, entre otros avances.
Llevaron además al resto del mundo los alimentos que constituyen hoy la dieta del 75% de la humanidad y que antes sólo se conseguían en América: papa, maíz, tomate, aguacate, cacao, batata, vainilla, pimiento y tabaco.

En nombre de Dios

Eduardo Galeano resume la colonización y la conquista con estas palabras “Al cabo de cinco siglos de negocio de toda la cristiandad, ha sido aniquilada una tercera parte de las selvas americanas, está yerma mucha tierra que fue fértil y más de la mitad de la población come salteado. Los indios, víctimas del más gigantesco despojo de la historia universal, siguen sufriendo la usurpación de los últimos restos de sus tierras, y siguen condenados a la negación de su identidad diferente. Se les sigue prohibiendo vivir a su modo y manera, se les sigue negando el derecho de ser. Al principio, el saqueo y el otrocidio fueron ejecutados en nombre del Dios de los cielos. Ahora se cumplen en nombre del dios del Progreso. Sin embargo, en esa identidad prohibida y despreciada fulguran todavía algunas claves de otra América posible. América, ciega de racismo, no las ve”.

Fuentes: Francisco Vargas, Ildefonso Leal. Wikipedia.

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